Desde un punto de vista bíblico, el centro de atención del liderazgo de toda Iglesia es el anciano.
Un anciano es parte de la pluralidad de hombres bíblicamente calificados que pastorea y
supervisa en conjunto la Iglesia local. La palabra traducida «anciano» se usa cerca de veinte
veces en Hechos y las epístolas en referencia a este grupo único de líderes que tienen la
responsabilidad de supervisar al pueblo de Dios.
LA POSICIÓN DE ANCIANO
Como numerosos pasajes en el Nuevo Testamento indican, las palabras anciano (presbuteros),
obispo (episkopos) y pastor (poimen) hacen referencia a la misma responsabilidad. En otras
palabras, los obispos y pastores no son distintos de los ancianos; simplemente los términos son
diferentes maneras de identificar a la misma gente. Las calificaciones para un obispo (episkopos)
que se encuentran en 1 Timoteo 3:1–7, y las de un anciano (presbuteros) en Tito 1:6–9 son
inconfundiblemente paralelas. De hecho, en Tito 1, Pablo usa ambos términos para referirse al
mismo hombre (presbuteros en el v. 5 y episkopos en el v. 7). Estos términos se usan de manera
intercambiable en Hechos 20. En el versículo 17, Pablo reúne a los ancianos (presbuteros) de la
Iglesia de Éfeso para darles un mensaje de despedida. En el versículo 28 dice: «Tened cuidado
de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual el Espíritu Santo os ha hecho obispos
(episkopos) para pastorear (poimaino) la Iglesia de Dios» Primera Pedro 5:1–2 también usa los
tres términos en el mismo contexto. Pedro escribe: «Por tanto, a los ancianos (presbuteros) entre
vosotros, exhorto yo, anciano como ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, y también
participante de la gloria que ha de ser revelada: pastoread (poimaino) el rebaño de Dios entre
vosotros, velando (episkopeo) por él, no por obligación, sino voluntariamente». Los diferentes
términos, entonces, indican varias características en el ministerio, sin variar los niveles de
autoridad o separar las responsabilidades, como algunas Iglesias proponen.
UNA PLURALIDAD DE ANCIANOS
El patrón constante que se observa a través del Nuevo Testamento es que cada congregación
local de creyentes estaba pastoreada por una pluralidad de ancianos establecidos por Dios. Es
decir, este es el único modelo para el liderazgo de la Iglesia dado en el Nuevo Testamento. En
ningún lugar de las Escrituras se encuentra una asamblea local regida por la opinión de la
mayoría o un solo pastor.
El apóstol Pablo dejó a Tito en Creta y le dio instrucciones de «designaras ancianos en cada
ciudad» (Tit. 1:5). Santiago dio instrucciones a sus lectores de llamar «a los ancianos de la
iglesia» para orar por aquellos que estuvieran enfermos (Stg. 5:14). Cuando Pablo y Bernabé
estaban en Derbe, Listra, Iconio y Antioquía, «designaron ancianos en cada iglesia» (Hch.
14:23). En la primera epístola de Pablo a Timoteo, el apóstol hace referencia a «los ancianos que
gobiernan bien» en la Iglesia en Éfeso (1 Ti. 5:17; vea también Hch. 20:17, donde Pablo se dirige a «los ancianos de la iglesia» en Éfeso). El libro de los Hechos indica que había «ancianos» en la
Iglesia de Jerusalén (Hch. 11:30; 15:2, 4; 21:18).
Una y otra vez, se hace referencia a una pluralidad de ancianos en cada una de las Iglesias. De
hecho, en cada lugar del Nuevo Testamento donde se usa el término presbuteros («anciano») se
hace en plural, excepto donde el apóstol Juan lo usa en referencia a sí mismo en 2 y 3 de Juan y
donde Pedro lo usa en referencia a sí mismo en 1 Pedro 5:1. En ningún lugar del Nuevo
Testamento hay una referencia a una congregación dirigida por un solo pastor. Puede ser que
cada anciano en la ciudad tuviera un grupo específico al que supervisaba de una manera especial,
pero la Iglesia era vista como una, y las decisiones se tomaban a través de un proceso colectivo y
en referencia al grupo, y no a las partes individuales.
En otros pasajes, se hace referencia a una pluralidad de ancianos, incluso cuando la palabra
presbuteros no se usa. En la salutación de la epístola a los Filipenses, Pablo se refiere a los
«obispos (plural de episkopos) y diáconos» en la Iglesia de Filipos (Fil. 1:1). En Hechos 20:28,
Pablo advirtió a los ancianos de la Iglesia de Éfeso: «Tened cuidado de vosotros y de toda la
grey, en medio de la cual el Espíritu Santo os ha hecho obispos (plural de episkopos)». El
escritor de Hebreos llamó a sus lectores a obedecer y someterse a los «pastores» que tienen
cuidado de sus almas (He. 13:17). Pablo exhorta a sus lectores en Tesalónica «que reconozcáis a
los que con diligencia trabajan entre vosotros, y os dirigen en el Señor y os instruyen, y que los
tengáis en muy alta estima con amor, por causa de su trabajo» (1 Ts. 5:12–13); una referencia
clara a los obispos en la asamblea de Tesalónica.
Se puede decir mucho de los beneficios de un liderazgo compuesto por una pluralidad de
hombres piadosos. Su consejo y sabiduría en conjunto ayudan a asegurar que las decisiones no
son la voluntad o están al servicio de un sólo individuo (cp. Pr. 11:14). Si hay división entre los
ancianos a la hora de tomar decisiones, todos los ancianos deberían estudiar, orar y buscar la
voluntad de Dios conjuntamente hasta que se alcance el consenso. De esta forma, la unidad y
armonía que el Señor desea para la Iglesia comenzará con aquellos que ha escogido para
pastorear Su rebaño.
LOS REQUISITOS DE LOS ANCIANOS
La identidad y eficacia de cualquier Iglesia están directamente relacionadas a la calidad de su
liderazgo. Esto es por lo que las Escrituras remarcan la importancia de un liderazgo de la Iglesia
calificado y marca estándares específicos para evaluar a aquellos que sirvan en esta posición.
Los requisitos para los ancianos se encuentran en 1 Timoteo 3:2–7 y Tito 1:6–8. De acuerdo con
estos pasajes, el anciano debe de ser irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente,
decoroso, hospedador, apto para enseñar, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de
ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro, que gobierne bien su casa, que tenga a
sus hijos en sujeción con toda honestidad, no un neófito, que tenga buen testimonio de los de
afuera, dueño de sí mismo, sensible, capaz de exhortar en sana doctrina y de rebatir a aquellos
que la contradicen, irreprensible como administrador de Dios, que no sea iracundo, sobrio,
amante de lo bueno, justo y santo. (Para una explicación más amplia de estos requisitos, vea las
páginas 225–45 de El plan del Señor para la Iglesia de John MacArthur.)
El requisito global que es apoyado por el resto es que sea «irreprensible». Es decir, debe de ser
un líder que no pueda ser acusado de nada pecaminoso, ya que tiene una reputación sin mancha.
El anciano debe ser irreprensible en su vida matrimonial, su vida social, su trabajo y su vida
espiritual. De esta manera, tiene que ser un modelo de piedad, para que así pueda legítimamente
llamar a la congregación a seguir su ejemplo (Fil. 3:17). El resto de los requisitos, excepto tal vez
la habilidad de enseñar y administrar, únicamente desarrollan esta idea.
Además, la posición de anciano está limitada a los hombres. Primera Timoteo 2:11–12 dice:
«Que la mujer aprenda calladamente, con toda obediencia. Yo no permito que la mujer enseñe ni
que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada». En la Iglesia, las mujeres
deben estar bajo la autoridad de los ancianos, excluidas de enseñar a los hombres o de tener
posiciones de autoridad sobre ellos.
LAS FUNCIONES DE LOS ANCIANOS
La responsabilidad principal de un anciano es la de servir en la administración y cuidado de la iglesia (1 Ti. 3:5)
Cuando la época apostólica llegó a su fin, la posición de anciano emergió como el máximo cargo
dentro del liderazgo de la Iglesia local, por lo que llevaba una gran responsabilidad. No había un
tribunal de apelación superior, ni mejor recurso para conocer la mente y el corazón de Dios con
respecto a los asuntos de la Iglesia.
La responsabilidad principal de un anciano es la de servir en la administración y el cuidado de la
Iglesia (1 Ti. 3:5). Esto conlleva un gran número de obligaciones específicas. Como supervisores
espirituales del rebaño, los ancianos tienen que determinar la política de la Iglesia (Hch. 15:22);
supervisar la Iglesia (Hch. 20:28); ordenar a otros (1 Ti. 4:14); gobernar, enseñar y predicar (1
Ti. 5:17; cp. 1 Ts. 5:12; 1 Ti. 3:2); exhortar y refutar (Tit. 1:9); y actuar como pastores, siendo un
ejemplo para todos (1 P. 5:1–3). Estas responsabilidades ponen a los ancianos en el corazón del
trabajo de la Iglesia del Nuevo Testamento.
Debido a la herencia de valores democráticos y su larga historia de gobierno congregacional en
la Iglesia, los evangélicos norteamericanos modernos a menudo ven el concepto del gobierno de
ancianos con sospecha. Sin embargo, la enseñanza clara de la Biblia demuestra que la norma
bíblica para el liderazgo de la Iglesia es una pluralidad de líderes ordenados por Dios, y
solamente siguiendo este patrón bíblico la Iglesia maximizará su fruto para la gloria de Dios.
Adaptado de John MacArthur, El plan del Señor para la Iglesia (Grand Rapids: Portavoz, 2005). Para un estudio más amplio del liderazgo bíblico de ancianos, consulte esta fuente.
Este documento fue tomado y adaptado de los Distintivos de Grace Community Church con autorización.